miércoles, 2 de julio de 2014

MIENTRAS EDIFICAS, ADORA A DIOS

[Exhortación breve que se comparte en el tiempo previo a la dedicación de las ofrendas]

Esdras 3:9-11 “Entonces Jesúa con sus hijos y sus hermanos, Cadmiel con sus hijos, los hijos de Judá y los hijos de Henadad con sus hijos y sus hermanos los levitas, se presentaron todos a una para dirigir a los obreros en la casa de Dios. Cuando los albañiles terminaron de echar los cimientos del templo del SEÑOR, se presentaron los sacerdotes en sus vestiduras, con trompetas, y los levitas, hijos de Asaf, con címbalos, para alabar al SEÑOR conforme a las instrucciones del rey David de Israel. Y cantaban, alabando y dando gracias al SEÑOR: Porque Él es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel. Y todo el pueblo aclamaba a gran voz alabando al SEÑOR porque se habían echado los cimientos de la casa del SEÑOR”.

El contexto: Luego del cautiverio de Babilonia, un tiempo en el que el pueblo de Dios había sido expulsado de la tierra de Israel por causa de su pecado de idolatría; ahora un remanente está de nuevo en Jerusalén para edificar el templo. Y en el proceso de reedificar el Templo de Salomón, los sacerdotes dirigieron la construcción con los obreros. Mientras edificaban la casa del SEÑOR, ellos alababan a Dios. Lo que nos enseña que edificar la casa de Dios constituye un acto de adoración al SEÑOR.

Como aplicación: Nosotros edificamos con nuestro servicio, nuestro tiempo, nuestras oraciones, compartiendo la Palabra y el Evangelio, ayudando en las necesidades de los nuestros; exhortándonos unos a otros, etcétera; todo esto contribuye para la edificación de la Iglesia. Lo mismo confirma el apóstol Pablo:

1 Corintios 14:26 “¿Qué hay que hacer, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada cual aporte salmo, enseñanza, revelación, lenguas o interpretación. Que todo se haga para edificación”.

Ahora bien, no necesariamente que en estas cosas estemos elevando un canto de alabanza con nuestros labios de una forma muy literal; pero sí mantener en todo momento una constante actitud de adoración a Dios en nuestros corazones.

Esto incluye, por supuesto, nuestras ofrendas. De hecho, en el vers. 7 nos dice:

Esdras 3:7 “Entonces dieron dinero a los canteros y a los carpinteros, y alimento, bebida y aceite a los sidonios y a los tirios para que trajeran madera de cedro desde el Líbano por mar hasta Jope, conforme al permiso que tenían de Ciro, rey de Persia”.

Toda esa materia prima era necesaria para edificar el templo; de igual modo, las ofrendas son necesarias para edificar la Iglesia y cubrir sus necesidades básicas (como el pago de la factura del servicio de luz, agua, renta del local, materiales didácticos, etcétera); a fin de que el avance del evangelio sea cada más y más patente.

¿Por qué hacemos esto? Bien lo dice el vers. 11:

Esdras 3:11 “Porque Él es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel”.

El SEÑOR no nos debe nada; al contrario: Todo nos ha sido dado por gracia, incluyendo nuestra salvación, la gracia para vivir la vida cristiana y Su provisión diaria; y como dice el Rey David: “De lo recibido de Su mano, se lo damos” (1 Crónicas 29:14). 

¡Sólo a Dios la Gloria!