sábado, 14 de junio de 2014

HAZ MEMORIA DE DIOS EN MEDIO DE TU AFLICCIÓN (2da. Parte)

INTRODUCCIÓN

En la primera parte de este artículo, habíamos analizado el Salmo 143, reflexionando acerca de “Haciendo memoria de que Dios es Padre”; lo cual incluía Sus actos misericordiosos y Sus promesas, entre ellas: Su amor, Su presencia y Su provisión. Continuamos con otra consideración de nuestro Dios en el precioso Salmo 143.

2) Haciendo memoria de que Dios es Rey

Salmo 143:1, 6, 11 “Oh Señor, escucha mi oración, presta oído a mis súplicas, respóndeme por tu fidelidad, por tu justicia;  y no entres en juicio con tu siervo, porque no es justo delante de ti ningún viviente”. […] “A ti extiendo mis manos; mi alma te anhela como la tierra sedienta”. […] “Por amor a tu nombre, Señor, vivifícame; por tu justicia, saca mi alma de la angustia” (LBLA).

También David reconoce que el SEÑOR es el soberano sobre Su creación y que él solo es una criatura de barro con muchas y pésimas limitaciones; que hay muchas cosas y situaciones que están más allá de su control. En este punto, David, hace memoria de que el SEÑOR es el único y verdadero Rey. El salmista apela a la justicia perfecta y divina y ser librado de sus enemigos. Los vers. 1, 6, y 11 refieren la justicia de Dios como un rasgo distintivo de Su gobierno, y un motivo de alabanza por ello: “Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas. Me alegraré y me regocijaré en ti; cantaré a tu nombre, oh Altísimo. […] Porque has mantenido mi derecho y mi causa; te has sentado en el trono juzgando con justicia. […]  Pero Jehová permanecerá para siempre; ha dispuesto su trono para juicio. Él juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con rectitud” (Salmo 9:1-2, 4, 7-8). Pero vamos a estudiar Su reinado bajo dos aspectos:

Su reinado como el único y soberano Dios. El SEÑOR es el único digno a quién se ha de adorar. Ejemplo tenemos de creyentes que mientras pasaban por tiempos difíciles, adoptaron una actitud de adoración y oración a Dios. El mismo David, luego de perder al niño que tuvo con Betsabé, de la que fue mujer de Urías heteo, como disciplina por su pecado (Léase 2 Samuel 11 y 12); él fue directamente a la casa de Dios para adorarle: “Entonces David se levantó de la tierra, y se lavó y se ungió, y cambió sus ropas, y entró a la casa de Jehová, y adoró. Después vino a su casa, y pidió, y le pusieron pan, y comió” (2 Samuel 12:20). Job, a quien se le fe quitado todos sus bienes, hijos e incluso su salud (Léase Job 1 y 2), también adoró al SEÑOR: “Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno” (Job 1:20-22). Más adelante, el profeta Daniel tuvo también su tribulación, cuando el Rey Darío promulgó un edicto real en el que debía adorar y hacer peticiones a él, de lo contrario sería echado a los leones (Léase Daniel 6); el profeta persistió en que el único a quien debía orar, pedir y adorar es al SEÑOR: “Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes” (Daniel 6:10). Y así, un largo etcétera. 

Como he escrito, Dios es Rey: “Decid entre las naciones: Jehová reina. También afirmó el mundo, no será conmovido; juzgará a los pueblos en justicia” (Salmo 96:10); “Jehová reina; regocíjese la tierra, alégrense las muchas costas” (Salmo 97:1); “Jehová reina; temblarán los pueblos. Él está sentado sobre los querubines, se conmoverá la tierra” (Salmo 99:1) y “¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas!, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina!” (Isaías 52:7). Debido a lo anterior, David alza sus manos en señal de adoración al Dios soberano y misericordioso. Lo adora y lo anhela por ser Su Dios, no por los favores y bendiciones que puede recibir de Él. En las buenas y en las malas, Dios es glorificado: “No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu verdad” (Salmo 115:1), y lo es por medio de Su Hijo Jesucristo (Léase Juan 13:31-32; 17:4).

Su reinado como Dios a través de Su Hijo. Pero también hay otro aspecto del reinado y gobierno de Dios y se expresa en la persona de Su Hijo:

Desde el primer libro de la Biblia, en Génesis 3:15, no solo nos anuncia el primer anuncio del Evangelio, sino también la autoridad legal de aquel que sería la simiente de la mujer, el SEÑOR Jesucristo, sobre la simiente de la serpiente: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”.

Dios le prometió a Abraham que a través de su descendencia serían benditas todas las familias de la tierra, siendo Cristo su descendencia misma: “En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra” (Génesis 22:18a) y “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo” (Gálatas 3:16). La bendición sobre todas las naciones se expresa en términos del gobierno y reinado de Jesucristo.

Jesús es también llamado “Siloh” en Génesis 49:10, palabra que significa: “descendiente”, “el enviado”, “aquel a quien le corresponde (el cetro)”, “el que da descanso” y “el que trae la paz”; según la mayoría de los comentaristas (Léase Lucas 4:18, 43; Juan 5:36; 6:39; 8:29; 11:42; 17:3; 20:21; Hebreos 3:1). Es decir, Él es quien llevará el cetro y el gobierno de las naciones: “No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Siloh; y a él se congregarán los pueblos” (Génesis 49:10).

En el contexto de 2 Samuel 7, se nos dice David quería construir una casa para Dios. Pero el SEÑOR le dijo, por medio del profeta Natán, que desistiese de poner manos en ese proyecto de construcción y le prometió una serie de cosas: El reino de David sería afirmado para siempre (Léase 2 Samuel 7:12); bajo Su reinado el pueblo viviría en un lugar de paz y descanso (Léase 2 Samuel 7:10-11); sería uno de los hijos de David quien construiría el Templo y tendría una relación especial de Padre a hijo con el SEÑOR (2 Samuel 7:12-14); y Dios haría estas cosas y sería para siempre (Léase 2 Samuel 7:16). Más adelante, todas estas promesas se cumplen en la Persona del SEÑOR Jesucristo, pues el establecimiento de la dinastía de David es parte del cumplimiento de la promesa dada a Abraham (Compárese 2 Samuel 7:9 con Génesis 12:1-3).

A partir de la promesa de 2 Samuel 7:12-16, el propósito de Dios incluiría un rey ungido del linaje de David, lo que da origen a la idea del "Mesías" ("Mashíaj" en hebreo, y "Khristós" en griego); que signfica "Ungido". Por ejemplo, el Salmo 2 nos habla sobre este Rey y de Sus enemigos. Este Rey es el "Hijo de Dios" (Compárese Salmo 2:7 con 2 Samuel 7:14) y reinaría sobre todos los confines de la Tierra (Compárese Salmo 2:8-9 con 2 Samuel 7:9). Como dato adicional: Es muy probable que este salmo se usaba o recitaba durante la coronación de los reyes del linaje de David. Es claro, que el SEÑOR Jesús comparte el mismo título de "Mesías" (Léase mateo 1:1, 16-17; 16:15-17; Juan 1:41; 9:22). 

Conforme a la promesa de 2 Samuel 7.12-16, los profetas del AT (antes, durante y después del exilio a Babilonia, año 597-586 a. C.) anunciaban que el SEÑOR enviaría a Su pueblo un nuevo rey ungido con Su Espíritu y regirá con la sabiduría y justicia divinas (Léase Isaías 11:1-5). Será capaz de reunir un remanente en un suceso de perfecta armonía como el Edén (Léase Isaías 11:6-12). El gobierno de Dios será por medio de un nuevo “David” para apacentar a Su pueblo (Léase Ezequiel 34:11-16, 23-24; Isaías 40:1-11). Jesús es el nuevo “David” y el “Rey enviado”. 

En el NT, Jesús es el cumplimiento de las promesas y profecías del AT. El apóstol Mateo inicia su evangelio con la genealogía de Jesucristo: “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham” (Mateo 1:1). También María, su madre, recibió la misma promesa: “Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;  y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Lucas 1:31-33); con referencia a 2 Samuel 7:12-16. Fue por esto que Jesús, al inicio de su ministerio predicó acerca de la venida del Reino de Dios: “Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:14b-15). De hecho, Su reino ya está entre nosotros (Léase Mateo 6:33); y quienes hayan creído en Él forman parte integral de Su reino: “El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo” (Colosenses 1:13). En Su regreso glorioso, Él vendrá con una vestidura que describe su realiza y poderío: “Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES” (Apocalipsis 19:16). Él impartirá justicia, poniendo a todos Sus enemigos por estrado de Sus pies (Léase Hebreos 10:13).

CONCLUYENDO…

Es por este motivo, que nosotros debemos hacer memoria de nuestro Dios en Cristo reina sobre nosotros. Puede que no recibamos lo prometido en esta vida o las respuestas que esperamos en nuestras oraciones (Léase Hebreos 11:32-40 concienzudamente), pero de una cosa podemos estar seguros: Al final, en la eternidad venidera, es Dios a través de Su hijo quién tiene la victoria y la última palabra sobre todas las cosas. Y vendrá el día en que toda rodilla se doble y toda lengua confiese que Jesús es el SEÑOR para gloria del Padre (Léase Filipenses 2:9-11). Por tanto… ¡DIOS ES REY! ¡EL SEÑOR REINA!

Continuaremos en el siguiente artículo. Por lo pronto:

¡Sólo a Dios la Gloria!