domingo, 7 de julio de 2013

PREDICA SOLO LA TEOLOGÍA DE CRISTO

Santiago 3:1 “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación”.

1 Timoteo 4:16 “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”.

¡Qué tristeza pesa en mi corazón por aquellos ministros que se dejan arrastrar a las pasiones del humanismo, las riquezas mundanas y del misticismo no bíblico! ¡Qué tristeza que algunos que parecieron fieles en el principio no hayan perseverado en la doctrina de nuestro SEÑOR; y con ello arrastrar millones de almas muertas que son seducidas por medio de palabras engañosas y lisonjeras y falsas promesas felices que no provienen de la Biblia; solo para rellenar una y otra vez en las concupiscencias de sus corazones! (Léase 2 Timoteo 4:3-4).

Cuando se despoja la verdad de toda la pureza de la Gloria de Jesucristo, muchos corazones no serán alumbrados por ella (Léase 2 Corintios 4:5-6).

¿De qué le sirve a un ministro mostrar con asomado orgullo sus diplomas y sus obras y su activismo; si con ello no destilan la verdad pura de la Palabra de Dios y no pueda abrir con ella el entendimiento de muchos por gracia y para gloria de nuestro SEÑOR?

No, no hablo del ministro preparado, manso y humilde, cuyo carácter es atribuido solo a la gracia capacitadora y sobreabundante de Dios, la cual le ayuda para caminar en una vida equilibrada entre fruto creciente, palabra viva y oración ferviente.

Hablo de los ministros negligentes que no le da un buen uso adecuado a tanto conocimiento gratuito. Hablo de aquél que despilfarró sus años de estudios bíblicos y sanos y los trocó por doctrinas humanas y saturadas de la conveniencia propia, cuando pudiera adentrar en las mismísimas riquezas inescrutables de la Teología Cristocéntrica.

Con esto digo que NO es malo estudiar teología (que extrae por sí misma las verdades fundamentales ya dichas en la Biblia), ni aspirar en el ingreso de un seminario teológico (cuya preparación ministerial es necesaria si se es llamado). Pues el pueblo judío tenían sus maestros y doctores de la Ley quienes reverenciaban estrictamente las Escrituras (antes de la época en que cayeran bajo el yugo de la corrupción del legalismo y fuesen sumidos en el pecado de la incredulidad); y los creyentes de la Iglesia Primitiva perseveraban en la doctrina de los apóstoles; especialmente fija en mi memoria se hallan el ejemplo de los de Berea y la Iglesia de Éfeso que permanecía en la sana enseñanza (Léase Lucas 2:46-47; Hechos 2:41-42; 17:10-12; Apocalipsis 2:1-3).

Pero este deseo de ministrar la Palabra, debe ser sopesado y examinado:

Que sea NO para apoyar herejías o doctrinas humanas y falsas del corazón engañoso y fútil, ni mucho menos para dar lugar a su propia gloria, como si el hombre por sí mismo pudiera contribuir por mérito propio a la sabiduría inmarcesible del Todopoderoso y Eterno; sino que sea para que el creyente, en un estado profundo de humillación ante el Trono de la Gracia, reconozca y escarbe más en la Teología del Dios vivo y de la de Su Palabra, cuyo epicentro es Cristo mismo. En este sentido, sí es un uso correcto a los años de preparación para el ministerio didáctico y pastoral.

Escudriñar las Palabras del Maestro Redentor es un mandato y una urgencia para el nacido de nuevo (Léase Juan 5:39), tener cuidado de sí mismo y de la doctrina es otro mandato que yace en la precaución y en la prudencia (Léase 1 Timoteo 4:16), pues en su boca solo proclamará la recta verdad divina en toda su extensión milimétrica: ¡Con más razón el joven o el adulto que quiere estar preparado debe serlo cabalmente con todos los átomos de su ser!; y pidiendo en sumisión y humildad la gracia en toda ciencia y en todo fruto; para que el nombre de Dios sea glorificado en Cristo Jesús; a fin de que los santos del redil de las ovejas sean edificados en amor y en fe en Aquél que por gracia nos ha redimido.

Eso, creo, en definitiva, es la utilidad mediática de la teología y la preparación para todo aquél que es llamado a ser ministro de la Palabra eterna de Dios.

¡Sólo a Dios la Gloria!